Defensores de Belgrano derrotó por dos a cero y con justicia a Barracas Central, este resultado le permitió al equipo comandado por Carlos Mayor, pasar a la siguiente ronda de la Copa Argentina, es además una inyección anímica para el equipo que, marcha cuarto en su campeonato y este mismo lunes tiene un nuevo compromiso para seguir trepando y acercarse un poco más al sueño del ascenso a la Liga Profesional de Fútbol, salud, Defe, los goles fueron de Enzo González y el primero había sido en contra, párrafo aparte para la familia defensorista que acompañó en gran número y alentó todo el partido bajo un diluvio mitológico.
Inesperadamente 15 minutos antes del inicio del encuentro una nube negra cubrió toda la cancha de Arsenal, el viaducto y la ciudad de Sarandí entera, probablemente el mundo, o ese mundo al menos, nuestro mundo, instantes después una lluvia de granizo, piedras blancas arrojadas desde el cielo, cayeron impiadosamente sobre el césped y las tribunas en donde se encontraban los fieles seguidores.
Una muestra de fe quizás, una prueba de valor, con el cielo viniéndose abajo, el aliento los saltos y cantos de la hinchada no solo no parecieran escampar, sino por el contrario, se hacían más fuertes, que habrán cruzado océanos durante los 90 minutos que duró el duelo. El telón gigante sirvió de refugio para el pueblo rojinegro.
El fuego del Dragón, la fuente de la vida de tu pueblo, la esperanza en vos.
El Dragón acumulaba tres empates seguidos y visitaba al Deportivo Morón, hace dos fechas atrás, durante la disputa de la zona B de la Primera Nacional, sobre la hora el local, que solamente había conseguido un triunfo en lo que iba del campeonato, convirtió el gol y se quedaba con los 3 puntos.
El trago amargo dio paso a la reflexión, evolución, e inmediatamente esa derrota dolorosa, dio lugar a un mejor funcionamiento del equipo y a un cambio de actitud, que trajo dos triunfos consecutivos en el torneo. Pero más allá de los resultados, el aura que resplandece hoy de este grupo es otra y en este partido contra un equipo de una categoría mayor, demostró estar a la altura de las circunstancias. A veces aunque duela perder puede ser ganar después.
De movida el encuentro se mostró parejo y con ganas de ser bien jugado por ambos bandos, de la manera en que se podía, porque con el diluvio constante que bendijo la tarde noche del sur de la Provincia de Buenos Aires, la pelota rodaba poco y obedecía solo a veces a quien mejor la trataba.
Así fue que al minuto nomás de juego, un jugador de Barracas dejó una pelota corta en la mitad de cancha, que fue robada por Emiliano Vecchio, de primera y astuto el número 10 del bajo habilitó al topo Aguirre, que en velocidad y con un toque cambió la pelota de rumbo, dejó a su marcador en ridículo encarando al arquero, definiendo cruzado, su remate fue apenas contenido por el número uno y frenado un poco por el césped inundado luego.
Pero era un adelanto de lo que se vería, un Defe ambicioso y dispuesto a ir al frente, con sus armas, con su gente como banda sonora bajo el aguacero bonaerense.
Dos minutos después llegaría la respuesta del guapo, una pelota cruzó toda el área chica sin encontrar a nadie que la empuje, se salvaba el equipo dirigido por Carlos Mayor.
A los 12 minutos la pelota quedó picando a la altura del punto del penal, en el área, siendo fusilado, Alejandro Medina contuvo el remate en dos tiempos.
10 minutos después Emiliano Vecchio inventó una magia desbordando dentro del área, tirando al centro atrás que fue rechazado, sin embargo el rebote fue capturado por Facundo Pons, que disparó, su remate apenitas se fue arriba del travesaño.
Pasada la media hora del primer tiempo llegó la jugada más clara de Barracas, una doble tapada maravillosa del número uno del Dragón mantenía las cosas en cero, en el contragolpe Emiliano Vecchio estaba por meterse en el área con pelota dominada, cuando fue empujado groseramente por un defensor, sin embargo el árbitro no cobró la falta.
Bajo la lluvia constante y el barro, el espectáculo ofrecía argumentos para alquilar butacas, así comenzaba la segunda parte.
Al minuto y medio una pelota cortita de un tiro libre para distraer a la defensa, un centro traicionero del topo Aguirre se encontró con la cabeza de un defensor en el camino y la pelota fue a morir adentro del arco. Gol y justicia por enjundia.
Con las intenciones para jugar pero con el terreno de juego en contra, el partido por momentos se hacía de potrero, por como se metía y se intentaba gambetear con los recursos a disposición.
A los 57 minutos llegó la oportunidad más clara en el segundo tiempo para el guapo, un remate de adentro del área tras un rebote, que se fue pegado al palo derecho de Alejandro Medina. Este último quizás el punto más alto del rojo y negro, junto a Juan Pablo Segovia y Vecchio.
A poco del final el Dragón se quedó con un jugador menos, pese a eso, su rival no logró tener chances claras de llegar al empate y hubo tiempo para liquidar el pleito y traer el segundo diluvio, humano esta vez.
En una contra perfecta, el recién ingresado Benítez, cambio de frente por abajo encontrando a quien también había entrado desde el banco de suplentes, Mendoza, trabó, ganó y tiró el centro de rastrón, el balón encontró el pie goleador de Enzo González, que también saltó al terreno en la segunda parte, gol y fuego del Dragón.
La copa Argentina iguala porque en 90 minutos las emociones y los corazones pueden latir tan fuerte, que equipos en teoría más humildes y con menos recursos que otros, a veces dan la talla y hacen saltar la banca.
El sentido del juego, su naturaleza, lo amateur, la vuelta a las fuentes, dos enganches clásicos por cada club, mañosos, atrevidos de los de antes.
Pone cara cara a cada uno contra sí mismo, sus horizontes, sus limitaciones, sus objetivos, sus rendiciones, sus derrotas; sus victorias.
El futbol, al igual que la vida, en sus facetas de mayor realismo-mágico nos regala espectáculos mitológicos como el de Sarandí. Instantes después de lo cual nada vuelve a ser como era, porque no puede.
Arriba Defensores.
Por: Martín El Lakkis
Fotos: Lucas Kupersmid