Siempre retratado con gesto más bien serio y brazos cruzados en las formaciones defensoristas de su tiempo, Walter Eduardo Siciliano, fue un aguerrido y fuerte marcador de punta de aquel Defensores de Belgrano de los años 90.
Sobresalió en su puesto formando parte del recordado equipo dirigido técnicamente por el “Flaco” Oscar Martínez, que estuvo al borde de conseguir el ascenso a la Primera “B” Nacional y que a pesar de no alcanzar el ansiado logro, se ha mantenido imborrable en la parcialidad defensorista.
Proveniente de las Divisiones Inferiores (donde llegó siendo prácticamente un niño), debutó “El Tano”, como cariñosamente se lo apoda, en el primer equipo defensorista, el 31/10/1992, en Floresta, frente al local.
En la oportunidad integró un equipo juvenil, debido a que la mayor parte de los titulares habían sido expulsados el partido anterior (en un escandaloso final), frente a Sp. Dock Sud, en la cancha de River Plate.
Y con juveniles y todo, le costó al futuro campeón de la categoría doblegar a Defensores, ya que obtuvo el gol del triunfo sobre el final. Durante el período inicial, el local la pasó mal, ya que la visita creó las únicas situaciones del gol y de haberlas concretado, otra hubiera sido la historia.
Formó esa tarde Defensores, dirigido técnicamente por Julio Asad, con Roberto Sanagua (detuvo un penal a los 14’ del PT); Carlos Walter Prosis Romero y Walter Eduardo Siciliano; Rubén Osvaldo Suárez, Marcelo Poltroni y Omar Jorge Rosetti (expulsado a los 42’ del ST); Cristian Gastón Piris, Marcos Guillermo Fernández (luego Leonardo David Salegas), Sergio Parisi, Ricardo Luis Mazariche y Cristian Chaile (luego Fernando Javier Gualtieri). Suplentes: Cristian Traverso, Edgardo García y Giménez.
Volvió a jugar Siciliano en Junín la fecha siguiente, y no volvió a hacerlo hasta el Clausura 1994/95.
Sin embargo, fue tiempo después, en la temporada 1996/97, cuando Walter tomo posición del puesto de lateral (primero marcando el extremo izquierdo rival y finalmente el derecho), bajo la dirección técnica de Luis Nicosia (Torneo Apertura), primero, y Daniel Severiano Pavón (Torneo Clausura), después.
A partir de allí se mantuvo la titularidad en su puesto, hasta 1999/00, e integró el plantel que logró en 2000/01 el ascenso a la Primera “B” Nacional, tras derrotar a Temperley en recordada final en la cancha de Ferro Carril Oeste, 2 a 0.
Hizo su debut en las redes adversarias el 29/5/99, en el Bajo Núñez, abriendo el marcador en la victoria 3 a 2 frente a Flandria, y poco después, volvió a marcar (recordado gol de chilena), también en el Bajo, esta vez el gol del triunfo frente a General Lamadrid.
Entre medio, Walter Eduardo Siciliano vistió la casaca de Defensores de Belgrano oficialmente en 157 oportunidades (2 en 1992/93; 4 en 1994/95; 7 en 1995/96; 31 en 1996/97, 30 en 1997/98; 33 en 1998/99; 33 en 1999/00 y 17 en 2000/01), cifra que lo ubica entre los 40 jugadores con mayor cantidad de presencias en la centenaria historia del club.
Jugó por última vez por Defensores, el 24/4/2001, frente a Talleres en Remedios de Escalada, cuando ingresó sobre la hora en reemplazo de Patricio Gómez Barroche. Formó esa tarde Defensores con Carlos Marcelo Bangert; Hugo Díaz y Guillermo Daniel Aldaz; Carlos Alderete, Jonnhy Aquino y Hugo Javier Rodríguez; Gustavo Rivadeneira, Adrián Gustavo Brito, Julián Alianello (luego Marcos Dotta), Diego Emilio Cochas (luego Mario Ayala) y Patricio Gómez Barroche (luego Walter Eduardo Sicialiano). DT: Guillermo Duró.
Sin embargo, nuestro “Gran Dragón”, que todavía despunta el vicio de “jugar a la pelota” por amor al arte, no ha dejado nunca de jugar por Defensores, cuyos colores lleva bien adentro y a los cuales sigue desde el otro lado del alambrado, con la misma pasión que lo ha hecho durante una década dentro del campo de juego.
No es raro verlo en la Platea, como días atrás en el clásico frente a Excursionistas, junto a otros ex jugadores de la institución, alentando al rojo y negro.
Como siempre, nos despedimos del Tano y le hacemos saber, que Defensores no olvida a quienes como él, defendieron sus colores con pasión.
Por: Javier Bava
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