Defensores estaba atascado frente a un Excursionistas inexpugnable. En inferioridad numérica y con un plantel decididamente inferior, Excursio se defendía con su vida. Parecía imposible que el Dragón pudiera quebrar a su clásico rival en una noche que empezaba a teñirse de frustración hasta que Lucas Buono se presentó ante la multitud en el entretiempo. Los casi 6.000 fanáticos que colmamos el Juan Pasquale sentimos lo mismo: que en ese cambio estaba el triunfo.
Es que hay hombres que no necesitan morirse para convertirse en mitos. No se trata del talento ni del sacrificio ni de su capacidad goleadora, si no de un componente místico exclusivo de las leyendas. Ese elemento, indispensable para transformarse en ídolo, distingue la genética de Lucas Buono.
El hombre de la estampita completó su última hazaña, indiscutiblemente consagratoria, cuando faltaban apenas siete minutos para el final. Un centro perfecto de Cristian Podestá encontró al Espartano en el área, quien controló con la parte baja de su vientre y definió con la punta del botín derecho ante una última línea desdibujada. Un movimiento esforzado y poco estético tan propio de Buono como el relato épico que en la noche del lunes tuvo su capítulo angular.
Su gol desató la locura en unas tribunas que vibraron como nunca. Es que el clásico rival jugaba con el tiempo como su cómplice. Cada minuto que se extinguía era una caricia a las intenciones de Excursionistas, que desde los 34 minutos se defendía con uno menos por la burda expulsión de Rubén Gómez. Esa primera media hora había demostrado que no existían equivalencias entre un habitual protagonista de la B Metropolitana y un recién ascendido. Con un jugador más, Defe amagaba con construir una goleada inmediata pero como tantas otras veces fue encerrándose en sí mismo.
El segundo tiempo fue un monólogo pero a Defensores le faltaba la estocada final. Fito apostó decididamente a ganador con los ingresos de Buono, Soriano y Escobar. Su insistencia más que su brillantez terminó decantando el partido en favor del Dragón. Buono primero y Ezequiel Aguirre, otra vez figura, establecieron cifras definitivas en una noche que, como hace 21 años, se tiñó de rojo y negro. Como la B Metropolitana y la Copa Argentina.
Por: Matías Baldo
Fotos: Andrés Renaudier / Axel Dino
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