Al igual que otros referentes históricos de nuestro Club, Ernesto Constantino Camino (conocido por los defensoristas de aquellos tiempos como “Pirulo”, sobrenombre que no proviene del ámbito futbolístico, sino de su Abuela), surgió de sus divisiones inferiores.
Vivió gran parte de su vida en el Barrio de Núñez, jugó en sus potreros los primeros partidos en los equipos del Barrio, y desde allí dio el salto a la Sexta División, donde ingresó en 1958, de la mano de José “Chele” Arce Gómez, para llegar en algunos años al primer equipo.
Su debut tuvo lugar en Rosario, frente al local, Tiro Federal, por el Torneo de Primera “C”, el 25/8/1962, con tan solo 17 años, cuando fue de paseo a esa ciudad, para acompañar al equipo, y ante la indisposición de Raúl Turcato, Antonio Báez, entonces DT, le comunicó que esa tarde, jugaría en Primera. El resultado del encuentro fue 1 a 1, el gol de la visita lo marcó Pedro Oscar Rivero y Defensores alistó a González; Mieres y Camino; Caruso, Tedesco y O. Domínguez; Rivero, Zuñiga, Colucci, J. C. Pizarro y Pirro.
Meses después (15/12/1962), «Pirulo», volvió a participar en el primer equipo, esta vez en el último encuentro del Torneo de Primera «C», disputado en la vieja cancha de Platense, frente al ya consagrado campeón, Sportivo Italiano, para convertir su primer tanto con la casaca roja y negra, de penal, a los 38’ del ST. A partir de aquí, se ganó el puesto de zaguero central, que ocupó durante 10 temporadas consecutivas.
Jugó por última vez con la casaca roja y negra, el 30/10/1971, por el Torneo de Primera “B”, en lo que fue la derrota frente a Comunicaciones 3 a 0, en el Bajo Núñez, la cual prácticamente decretaba el descenso del Dragón. Jugaron por Defensores esa tarde, bajo la DT de Antonio D’acorso, Sambucetti; Camino y Bonnia (luego Gigli); Gianetti, Acosta y Giardullo; Bruni, Redondo, Dubanced, E. E. Fernández (luego Yanello) y Griecco.
Luego se produjo una huelga de profesionales, y Camino, capitán del equipo, dejó Defensores para alistarse en Excursionistas, donde jugó una veintena de partidos, dirigido entre otros, por Angel Labruna. Posteriormente, tras un breve y frustrado paso por Colegiales, abandonó la práctica activa del fútbol.
Habían quedado en el camino, 285 partidos oficiales en la Primera División defensorista, que lo convirtieron en uno de los 10 jugadores con mayor cantidad de presencias en su primer equipo, en su centenaria Historia.
Según sus propias palabras, no tuvo lesiones de importancia en su carrera, y sus ausencias se debieron más que nada a suspensiones, producto de expulsiones (tuvo asistencia perfecta en las temporadas de 1967 y 1969, y sólo se ausentó un partido en 1970).
Zaguero rudo en la marca (de aquellos que imponían respeto a los delanteros adversarios), sacador, con temperamento, de buen juego aéreo, era dueño de un fuerte remate con pelota parada, motivo por el cual era el encargado de ejecutar tiros libres y penales. Si bien fue admirador de Alfredo Pérez, por su juego atildado, reconocía en Rubén Marino Navarro, un estilo de juego necesario (agrego que, sobre todo en el ascenso).
Consiguió en su paso por Defensores 46 goles, los cuales lo transformaron en el defensor rojinegro con mayor efectividad en las redes adversarias, además de ser uno de los 10 goleadores históricos del Club. Fue goleador del equipo en 1964, con 7 tantos, y convirtió goles en 9 de las 10 temporadas en las cuales participó del primer equipo (sólo estuvo ausente entre los goleadores en 1967). En 1966 marcó 10 goles, dos menos que los goleadores de Defensores: Ramón Antonio Ramayo, Roberto Jorge Parodi y Roberto Fumagalli.
Tuvo también el halago de integrar en 1967, como titular, el equipo campeón de Primera “B” y jugar los 18 partidos en Primera División, correspondientes al Torneo de Reclasificación. Sus buenas performances, lo llevaron, en los inicios de 1968, a integrar, junto a otros dos defensoristas, Jorge Busti y Juan Carlos Marenda, la Selección de Primera “B” que realizó una Gira por Brasil.
Hoy, a más de 50 años de su debut en Primera, recordamos a «Pirulo», con su peinado engominado y su casaca con el Nº 2 (alguna vez con el 3, por una moda pasajera) en la espalda, paseando su juego por el césped del «Juan Pasquale». Como siempre, le decimos, que Defensores no olvida a quienes defendieron sus colores, en la espera que ellos, tampoco olviden a Defensores.
por: Javier Bava
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