A continuación entrevista realizada por giraBSAS al presidente de Defensores de Belgrano Sr. Marcelo Archile.
Apasionado, vehemente y frontal, el presidente de Defensores de Belgrano dialogó con giraBSAS; su visión sobre Grondona y los nuevos torneos de AFA
Con la satisfacción del deber cumplido, el presidente de Defensores de Belgrano, Marcelo Achile, luce relajado, aunque no se conforma con el ascenso a la B Metropolitana: «Vamos a seguir trabajando para llegar al Nacional B, que es la categoría a la que pertenecemos». Peronista y apasionado por la política, reconoce que su gestión en la Secretaría de Deportes de la Nación le aportó la experiencia necesaria para ponerse al frente de la comisión directiva del «Dragón». Desde allí tuvo que afrontar el desafío de acompañar el cambio radical que sufrió el barrio de Nuñez, pero sin que el club perdiera la esencia que siempre lo caracterizó.
A través de un diálogo frontal y sin casette con giraBSAS, Marcelo Achile habló del desafío de combinar sus dos pasiones: el fútbol y la política.
Su trabajo en Defensores
Llegó a la presidencia de Defensores de Belgrano en 1996, ¿sobre qué pilares se asienta su gestión?
– Bueno, para estar al frente de una institución primero hay que tener un diagnóstico de que club estás conduciendo. Yo tengo claro cómo es Defensores y en virtud de eso lo que tratamos es de no perder la identidad, la idiosincrasia del barrio, más allá de los cambios que haya sufrido la zona en el último tiempo. Tenemos la obligación de respetar la historia, pero a la vez, de avanzar hacia la modernidad y el futuro. Nosotros en Nuñez estamos rodeados de clubes. Hay una franja de predios en los que se hacen otras disciplinas, pero nosotros basamos nuestras expectativas en el fútbol. Cuando llegamos tuvimos que reformular los recursos sin perder la identidad.
¿Pero cómo lo encontró al club cuando llegó allá por 1996?
– Nosotros estábamos a punto de quebrar, levantamos una convocatoria de acreedores de más de un millón de dólares. Tuvimos que heredar recursos para salir de la convocatoria y proyectarnos hacia un club moderno, eficiente y que pueda generar expectativas en los nuevos vecinos, que tienen un poder adquisitivo más alto. Había que hacer que ellos sientan la pertenencia al club pero con nuevas propuestas que no hagan perder nuestros valores culturales y sociales. La década del ’90 fue muy difícil para los clubes, se había perdido el arraigo. Superamos el 2001, después tuvimos un ascenso al Nacional B; ahora volvimos a la B Metro y tenemos expectativas de mejorar.
¿Cómo ingresó a la política del club?
– En los ’90 se produjo una asamblea que quería vender el club, trasladar el estadio a Derqui y llevar adelante un proyecto que no tenía nada que ver con nuestra identidad. Ello nos permitió ver quiénes eran los que queríamos bancar a Defensores y su tradición en el barrio, y le dijimos que no a una propuesta espúrea, un parche, una solución momentánea. Fue un momento difícil que dividió a las familias del club; había padres que se oponían al traslado e hijos que querían mudarse a Derqui. A mí me ofrecieron plata para cambiar de opinión pero mi sentimiento por Defensores era más fuerte. Yo tengo las cenizas de mi abuelo bajo los tres palos, eso me permitió tener más fuerzas.
¿Y qué expectativas tiene Defensores para encarar la temporada 2015?
– Defensores, por su historia, tiene la obligación de ser protagonista. No tirarse hacia el ascenso porque eso puede terminar en un fracaso, pero sí tenemos la obligación de pelear. Ya contratamos a Iglesias, un volante que viene de Luján, y estamos analizando junto con la Comisión Directiva la llegada de más refuerzos de jerarquía.
Su visión del fútbol argentino
¿Qué importancia tuvo Julio Grondona en el fútbol de ascenso?
– Grondona ha sido un gran dirigente, yo lo considero un visionario, un estadista. Más allá de que yo no era santo de la devoción de Don Julio, él a mí me compró cuando lo escuché hablar de Cristina. Él estaba enamorado de la personalidad de Cristina para ejercer la política, aunque no tanto de Néstor. Él creía que ella era la ejecutora. De hecho, Fútbol Para Todos llega durante su gestión. Don Julio fue un ejemplo de conducción, admiro cómo tomaba decisiones en momentos difíciles. Con respecto al ascenso, a la AFA hay que dividirla en los directamente afiliados y los indirectamente afiliados. Los primeros en algún momento nos sentimos desbordados por el espíritu federalista de Don Julio, tal vez por egoísmo. Cuando se le abrieron las puertas a los clubes del interior, yo me sentí bastante invadido, me preocupé por el reparto de los recursos porque los clubes del interior reciben mucho apoyo de los gobiernos provinciales y municipales. Los clubes de acá no recibimos esa ayuda, y en principio eso podía producir un desequilibrio en la balanza.
¿Cambió algo en la AFA con su muerte?
– Cambió que ahora las decisiones son todas cuestionables. Los clubes grandes no se animaban a parársele a Don Julio. Tampoco podemos alejarnos de la realidad mediática que vive la Argentina: clubes como Boca o River tienen más llegada a medios a los que les convienen otros tipos de formato. Hubo reuniones para parar el nuevo esquema de torneos, eso existió, es así. Pero en definitiva, los votos valen lo mismo para todos, y el comité ejecutivo ya lo había aprobado. Mientras los clubes del ascenso tengamos claras cómo son las cosas no las van a poder cambiar así de fácil. Además, cambiarlo hubiera sido un papelón, porque seis meses atrás lo habían votado todos.
A los dirigentes de los clubes del interior les parece injusta la división entre B Metropolitana y Torneo Federal A. Por ejemplo, una categoría recorre mucha más distancias que la otra.
– Sí, eso es exactamente así. Evidentemente tenemos que ir hacia el Fútbol Federal. Pero en esta oportunidad, los equipos que vinieron del Torneo Federal A tuvieron siete ascensos, y los de la B Metropolitana sólo tres; en ese sentido se compensó bastante. Acá tiene que venir alguien con capacidad de conducir.
¿Para usted es sostenible en el tiempo el torneo de 30 equipos?
– Lo veo difícil, fundamentalmente con respecto a los ingresos de dinero y la puesta en escena. Va a haber 30 clubes en Primera recorriendo todo el país.
¿Y piensa que puede estar muy sujeto a lo que decida el gobierno de turno? Sobre todo teniendo en cuenta el dinero que se reparte entre los clubes.
– Con lo instalado que está en la sociedad, yo no creo que ningún nuevo gobierno pueda mover a Fútbol Para Todos. Sí puede que haya que realizar modificaciones, agregarle nuevos recursos, como publicidad privada. De igual manera, creo que la AFA debe controlar más lo que hacen los clubes con el dinero que reciben. No puede ser que gasten más de lo que ganan.
¿Qué ayuda reciben los clubes de la B Metropolitana por parte del Estado?
– Desde la B Metropolitana recibimos mucho de Fútbol Para Todos, fue una gran ayuda. En la C también se paga algo; más allá de que no se televisen, se los ayuda con el operativo policial, aunque los valores estén desactualizados. El espíritu de Fútbol Para Todos es que los clubes con menos recursos puedan emerger y ser competitivos; fue uno de los grandes logros de este Gobierno y ayudó muchísimo a los clubes. Fue importante que no quedemos atrapados en el clientelismo capitalista que existía y que puedan ver los goles aquellos que no tienen los recursos para ir a verlo a una confitería.
¿Cree que los clubes que vengan desde las categorías inferiores van a correr con una gran desventaja económica con respecto a aquellos que ya están hace tiempo en Primera, Nacional B o B Metro?
– En primera instancia diría que sí. Es difícil. Es más probable que un club que tiene mayores recursos económicos pueda hacer una mejor campaña que aquellos que no la tienen, más allá de que un equipo con un presupuesto menor complete un buen torneo con pibes de las inferiores y algunos referentes, porque eso es lo maravilloso del fútbol.
Los hechos de violencia, en el fútbol, pasaron a ser algo de todos los días. ¿Qué medidas lleva adelante el club para prevenir incidentes?
– En Defensores no tenemos esos problemas. Los jugadores reconocen que están un club especial. Ellos pudieron dar la vuelta con su familia y después con la gente, pero con un clima de armonía y festejo. Igual, no estamos ajenos de poder tener algún conflicto porque la violencia es un problema social y creo que los dirigentes tienen que tomar cartas en el asunto. No se puede buscar la responsabilidad solamente en el Estado. Está claro que quienes manejan a los clubes no son los responsables, pero hay que tomar medidas para que, por ejemplo, una persona que tiene el derecho de admisión no esté dando vueltas por las inmediaciones de la cancha.
Rodolfo D’Onofrio explicaba el otro día que él no puede prohibirles el acceso al club.
– Yo pienso que D’Onofrio es un gran dirigente, un ser humano extraordinario y que tiene un gran futuro. Pero si vos como socio hiciste algo que estaba prohibido, la dirigencia tiene que actuar. No es fácil abordar la situación, pero si te decidiste a participar en la política de tu club tenés que afrontar muchas cuestiones. Hay que ir hacia un ordenamiento más firme para evitar cuestiones de fondo.
Su militancia política
¿Su primer cargo en Defensores fue directamente la presidencia?
– Sí, directamente. Mi peronismo tuvo mucho que ver en la forma de manejar el club.
¿Cómo se mezclan la política del club y su militancia peronista?
– Yo creo que son dos cosas que van de la mano. Como dijo Néstor, cuando yo llegue a Defensores no pensé en dejar mis ideales en la puerta del club. Además desde Defensores bancamos al Gobierno durante la crisis del campo; la gente apoyaba a Cristina y colgaba banderas contra Cobos, pero siempre en un marco cordial porque el barrio fue un foco muy fuerte de protesta contra el Gobierno. Además, en esa época yo era Jefe de Gabinete de la Secretaría de Deportes. Desde allí pudimos introducirle al deporte de alto rendimiento el deporte social, que realmente nos colmó de expectativas y nos brindó mucha felicidad consolidar al deporte como un instrumento de contención, de educación. Antes no estaba implementado el deporte social con la fuerza que le dimos nosotros. Esa época fue muy positiva, y los resultados estuvieron a la vista a través de los logros que obtuvo el deporte olímpico.
¿Cuál fue el mejor aprendizaje que le dejó la Secretaría de Deportes a la hora de gestionar el club?
– Mi presidencia y mi gestión en la secretaría fueron de la mano pero lo que más adquirí fue experiencia que es algo fundamental. La experiencia que tengo en gestión deportiva es importante y hoy se la puedo transmitir a Defensores, también esa experiencia me llevó a tener lugares protagónicos en la AFA. La Secretaría trabaja en conjunto con la AFA. Aprendí muchas cosas legales y administrativas que también se las pude expresar a Grondona. Él tomaba algunas cosas y otras no.
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