El puntero derecho Ricardo Galarza (a la izquierda, proveniente de Atlanta y con pasado en Sportivo Balcarce, donde obtuvo la Copa Competencia de 1931) es el máximo goleador de Defensores de Belgrano en el Profesionalismo, habiendo convertido entre 1933 y 1939, cerca de 80 goles en 150 partidos (promedio de 0.53 por partido).
Sin embargo, el honor de ser el goleador Histórico del Club le pertenece al centrodelantero internacional Gerardo Caldas (a la derecha), quien habría convertido una cifra cercana a los 100 goles, entre 1917 y 1934, aunque a diferencia de Galarza, jugando todos los encuentros durante el amateurismo y la inmensa mayoría en Primera División. La falta de información precisa del Torneo de Intermedia de 1917, en el cual Defensores fue Campeón, impide hacer cálculos exactos sobre la efectividad del artillero.
A diferencia de los centreforwars de aquellos la década de 1920 (casi todos de físico robusto y temibles capacidad goleadora), Gerardo Caldas tenía una característica diferente, además de un físico pequeño: era armador de juego, además de definidor. Según relatos de aquel momento, “el juego de Caldas era similar al de los players rosarinos y uruguayos, que hacían prevalecer los pases cortos para llegar al arco rival en lugar del pelotazo largo, más frecuente entre los equipos porteños”.
La brillante carrera futbolística de Gerardo Caldas quedo parcialmente truncada (digo así porque siguió jugando pero sin alcanzar el nivel que lo llevó a los primeros planos del fútbol nacional) luego de la fractura que le ocasionó el zaguero internacional Humberto Recanatini, en un encuentro frente a Almagro en 1926, momento en el cual el crack se encontraba en el esplendor de su carrera. La decadencia de Caldas se acompañó de la propia de Defensores, que entre 1927 y 1930 ocupó los últimos puestos y luchó por salvarse del descenso.
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