A fines de la década del 90, dos pibes que no tendrían más de 13 o 14 años seguían a Defe a todas las canchas. Se acomodaban en los asientos (siempre del medio para adelante) del entrañable micro del Gordo Cacho y en silencio, calladitos y respetuosos empezaban a cultivar su amor por Defe por todo el Gran Buenos Aires.
Alguna vez les pregunté de donde venían y me dijeron timidamente «de San Isidro»… Otra vez camino a Talleres preguntaron inocentemente «¿es peligrosa esta cancha de Escalada (sic)? y cinco minutos después llegaron los primeros impactos de vándalos locales desde el Cementerio de Lomas…
Los años pasaron y los chicos crecieron… El Gordo Cacho es un grato recuerdo… Con Talleres no jugamos más… Pero el amor de estos pibes por Defe se agigantó a través del tiempo… Y uno de ellos es «un orgullo» tremendo para todos los que somos hinchas de Defe.
Se trata de Alejandro Campos, jugador del Seleccionado Argentino de Rugby en el último mundial. Este pibe, que ya mide casi 2 metros y tiene una espalda para cargarse una tribuna entera encima, difundió en Nueva Zelandia y en cuanto lugar se presentaron Los Pumas su pasión por la rojinegra. Nos hizo quedar despiertos hasta la madrugada para verlo jugar hasta a los que de rugby no entendemos nada sólo para decir «ahí está el pibe de Defe, el 6, no lo ves? en medio de un amontonamiento infernal.
La tarde del viernes anta Flandria los volvimos a ver, con plaqueta, camiseta, homenaje y todo. A Campitos y a su amigo. Como a él más le gusta, «sufriendo» por Defe, «gozando» con la definición del «Pitu» González en el segundo gol. Con una bota inmobilizadora, secuela del mundial… Lejos de Francia, el país donde juega, cerca de Defe, como desde cuando era un «pibito»…
por: Marcelo Fernández
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