Desde los primeros tiempos, la cancha de Defensores (ya sea en Belgrano y más aún en Núñez, en su ubicación actual) resultó lejana para quienes tenían que llegarse hasta ella desde el Centro o diferentes barrios de la Capital. Mayoritariamente, el público de Defensores habitaba en las cercanías de la cancha, ya sea en Villa Núñez o en el propio Belgrano.
En los Torneos de las Ligas Independientes, el diario “La Argentina”, mediante la publicación de los correspondientes avisos, guiaban a los equipos visitantes a los desconocidos campos de juego, indicándole los medios de transporte a emplear (en general un tranvía eléctricos, como el que se ve en la ilustración, hasta la localidad de Belgrano en el caso de Defensores), explicándole donde se tenían que bajar y quienes los estarían esperando para acompañarlos. La falta de estos avisos era penada por las Autoridades de las Ligas con la pérdida de puntos, hecho que alguna vez pretendieron hacerle sufrir injustamente a Defensores (ver “Defensores de Primera”).
Con el traslado a Núñez en 1911, la lejanía fue mayor, ya que sólo el tren del F C Central Argentino (hoy Línea Mitre), entre los medios de transporte público de entonces, acercaba a los hinchas al Lejano Núñez.
Junto a la formación de los equipos, los diarios informaban que para llegarse a Defensores, el público podía tomar el tren en Retiro (con el correspondiente horario de salida de los trenes desde la cabecera) y bajarse en la Estación Núñez, debían caminar 4 cuadras hasta Blandengues (hoy Av Libertador) y desde allí otras 6 hacia el Norte, “por el camino hacia el Tigre”, hasta el arroyo Medrano.
Más tarde llegaron los colectivos (Compañía “Belgrano Autobus”, como el de la ilustración) y el arribo se facilitó. A mis primeros partidos en la cancha de Defensores, allá por los años 60, llegué en el colectivo 215 (hoy 15), que tomaba en Canning (hoy Scalabrini Ortiz) y El Salvador, y en principio sólo para ver el segundo tiempo (no podía decirle a mis viejos donde iba). Parecía una aventura. Ya pasaron casi 50 años. Mucho tiempo.
por: Javier Bava
jbava@defeweb.com.ar
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