Los árbitros de football en los años 20 no se parecían mucho a los actuales. Su vestimenta pintoresca hoy nos causa cierta gracia y el cumplimiento de su función durante el amateurismo llegó a ser peligrosa, cuando la invasión de la cancha por parte del público (separado en los primeros tiempos por sólo un alambre perimetral), seguida de intento (muchas veces concretado) de agresión, era moneda corriente.
En oportunidades, el público asistente no tenía conocimiento de las Reglas del Fútbol y se veía perjudicado por sus fallos, cuando en realidad no lo era. Otras veces eran ya las “barras” organizadas, que respondían a “pundonorosos” Dirigentes, las que provocaban los desmanes.
La cancha de Blandengues y el arroyo Medrano era un reducto lejano, donde sólo los “valientes” se acercaban por aquellos tiempos y donde llevarse un triunfo, era un hecho celebrado. En el Libro “Defensores de Primera”, he contado infinidad de incidentes ocurridos durante esos tiempos en el Bajo Núñez.
En uno de los torneos amateuristas, Defensores hizo las veces de local en su field frente al poderoso Banfield, que provenía de la Asociación Argentina con varios pergaminos importantes (fue ganador de la Copa de Honor, primer título Oficial de ese Club en Primera, y de ser Sub Campeón del Torneo de Liga, detrás de Boca Juniors).
La cancha de Blandengues y el arroyo Medrano era un reducto lejano, donde sólo los “valientes” se acercaban por aquellos tiempos y donde llevarse un triunfo, era un hecho celebrado. En el Libro “Defensores de Primera”, he contado infinidad de incidentes ocurridos durante esos tiempos en el Bajo Núñez.
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