Para los amantes del fútbol de ascenso durante varias décadas decir Chiti era decir Defensores de Belgrano. Es que con sus 500 partidos defendiendo la camiseta rojinegra, Rodolfo César Chiti se transformó en el jugador que más jugó representando al club a lo largo de nuestra historia.
Debutó a principios de la década del 50, siendo campeón por primera vez en 1953 y repitiendo el título en 1958, cuando Defensores ascendió de la “C” a la “B” en ambas oportunidades.
Integró una famosa línea media junto a Mónaco y Borlenghi, que era tradición pura en el fútbol de los sábados. Sin dudas, los periódicos de la época la recuerdan como una de las mejores del ascenso y tal vez, la de mayor presencia, en la historia del club.
Sobre el final de su carrera como jugador, Chiti llegó al punto más alto de su vida deportiva: fue pieza clave del campeón de 1967. El equipo que mereció jugar en Primera, y que por una cuestión reglamentaria solo lo pudo hacer en un reclasificatorio.
Ya retirado como futbolista, Chiti dirigió al Defensores campeón de 1972, un equipo que regó de fútbol la canchas de la “C” y que aún hoy, casi cuarenta años después, todavía se lo recuerda.
Después de aquella gloriosa vuelta olímpica, la única de Defe en el Bajo, Chiti volvió a dirigir al primer equipo en dos oportunidades. En la actualidad, se lo veía seguido en la platea del Juan Pascuale y, muy emocionado, hace dos años cuando se bautizó con su nombre a la cabecera visitante.
Un homenaje de lo más simple para todo lo que Chiti le regaló a la historia de Defensores.
Seguramente, desde arriba, el va a acompañar cada momento de la presente campaña y va sonreir ante cada gol del Tanque o Montenegro. Chiti no se fue, vivirá para siempre en el alma y el recuerdo de todos los hinchas de Defensores.
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