Si alguna vez a alguien le tocó lo sabe, y al que no le cuento, que si hay algo difícil al querer escribir una carta de agradecimiento para con alguien, lo más complicado es el comienzo.
Sacar las primeras letras sin desalentarse, por ahí por la falta de inspiración o por los nervios de no querer dejar a nadie afuera, es complicadísimo hasta al menos completar ese primer párrafo, que te saca el desahogo y te inspira para seguir con el resto.
Le consultás a tus amigos de fierro, que siempre están al pie del cañón para apuntalarnos en los momentos de duda y te va tirando letra, o un “¡Ahhhh! No te olvides de este que nos tiró el carbón el sábado a la noche”, lo que te traslada mentalmente a un principio básico y universal que es el siguiente: Ningún proyecto puede tener éxito si tu gente querida no te da una mano. Sin esa solidaridad tácita, del dar una mano sin esperar recibir nada a cambio más que una sonrisa, no somos nada.
Ayer a la noche pudimos concretar este sueño loco de consolidar el foco carnavalesco del Barrio de Nuñez. Bajo un cielo encapotado y amenazante por dos noches consecutivas, lo logramos. Como Dijo bien el querido cantante y director de nuestra Increíble murga del Barrio, El jefe de Gobierno habló y dijo que llovía, pero él, Raúl, pilar fundamental e indispensable de esta consolidación, nos dio esa última mano de hablar con San Pedro, y confirmarnos que no. Que lo único gris que existió este fin de semana, fue el Corazón del “Cara de Hamster” cuyo pesimismo no pudo concretarse frente al corazón y la sangre caliente que fluye en el barrio. Con los corsos del circuito oficial cerrados por decreto, lo que obliga a muchas murgas queridas y alegres a morderse hasta los codos de rabia por no tener un lugar donde mostrar su arte, la bocha fue corta y fue clara “EN NUÑEZ VAN PARA ADELANTE. EN NUÑEZ SE SALE”. Y acá es cuando volvemos a los amigos. En esos momentos de duda, donde muchas piernas tendían a flaquear o no les quedó otra que la resignación, aparecieron: Los preferidos, Los Retocados, Los Elegantes, Los Pegotes, y por supuesto para cerrar esa primera noche y darle la firma Los Increíbles.
¿Y cómo concretar esa idea volada de una fiesta de disfraces contra la fuerza de la timidez, del pesimismo, si no es con un poco de Magia? Y ahí aparecieron los Magos amigos, para levantar el pavimento que la noche anterior comenzaron a aflojar los otros murgueros. Todo eso, envueltos en medio de la única lluvia que apareció en el fin de semana: la de papeles picados, disfraces, espumas, aplausos y sonrisas, el corso de Nuñez, que terminó de hacerse fuerte nuevamente con la familia de superhéroes del Barrio: Los INCREÍBLES.
Y el broche de oro como siempre. La querida Lulú… La que hace punta y le importa un pepino subirse al escenario o repartir cotillón entre la muchedumbre… tirar besos o gritos Sapucai para estallar las risas de los convidados.
Gracias a todos. A todos los vecinos que se acercaron, aunque sea 5 minutos. A los que se quedaron, a los que nos obligaron a sentirnos desbordados ante su sana demanda de alegría… O de un Chori, o de una espuma. A los que a las casi 2 de la mañana te decían “¿En serio ya termina?” “¿Cuándo sale el próximo?”. Ya vendrán más…
Párrafo aparte para los colaboradores silenciosos. Nadie suele preguntarse en el momento, cómo llegaron las hamburguesas, o las latitas, el sonido… Eso fue gracias Al amigo Lechu, al querido Gordo Leo y su hermoso primogénito Benja, que en su butaquita y bailando Reggae, nos acompañó a todos lados. O como llegó el escenario, quien imprimió los volantes o quién fue el que mejor la pasó el sábado a la noche… Ahí hay que mirarlo a Renda. El nono querido y toda su familia. Impulsor principal de las mejores guerras de espuma de todos los tiempos. Agradecerle a Carlitos Scorcelli por la lógistica. A Lili, Hector y sobre todo a Coquito, por el espacio para mantener la comida fresca y las gestiones con los locales y ante el Centro de Gestión. Obviamente nada de esto se podría haberse realizado sin el mentor todo esto, el señor Marcelo Achile, espalda ancha para bancar y eslabón principal para unir esta cadena de favores que desembocó en fiesta inolvidable.
Ni hablar de Alejandro de Rojo y Negro, quién facilitó el premio al mejor disfraz. A Gordillo por gestionarlo. Mercedes, su madre, por los alfajores para los chicos y no tan chicos. A Faivel, a Nacho, Luchi y todos los demás que nos dieron una mano enorme con la Parrilla. Esa parrilla dominada con maestría por el verborrágico José y su hadita preciosa Celeste. ¿Y dónde hacemos el fuego? En la chapa que nos prestó nuestro buen vecino y eterno sodero. Personaje místico del barrio si los hay. Casi tanto como Emilia y su familia que colaboraron con la horneada de las fatays adictivas que se sacrificaron en nombre del carnaval, el sábado por la noche.
Gracias a Torcuato, Matías y Gonzalo Scorcelli, el amigo Riky. ¿Cómo se hubiese llenado la calle de latitas de espuma sin estos titanes que la faciliten? A la Familia Achile, que prestó una vez más sus instalaciones como depósito. A mi abuelo, Juan Navarro, por los caballetes para esa mesa improvisada, plataforma de la risa, que no le dio su querido millonario este fin de semana, pero si se lo dio su barrio. ¿Y la música? ¿Cómo no va a haber música si lo tenemos al Flaco? Ah… Porque falta la luz… ¡Que nos va a faltar la luz si la Familia Dellatorre está siempre para iluminar el corso con su fantasía! Y también para cerrarlo a baldazo de agua limpio, como los simpáticos laburantes del parrillón el Arriero.
Bueno listo, tenemos escenario, tenemos el sonido, tenemos la luz… ¿Y quién presenta? ¿Cómo quién presenta? ¡El sanjuanino! Germán Maldonado, que si hay algo que sabe, además de saber de vinos, es como levantar a la gente desde las alturas y no achicarse frente a multitudes embriagadas de felicidad, es él. Y ni hablar del trasmisor por naturaleza, Federico Medina, que cuando el cuyano se tomo un break, le puso el pecho como si esa mar embravecida de ojos carnavalescos que lo apuntaban, lo miraran todos los días.
Gracias. A ellos, a todos, a los vecinos comerciantes que nos prestaron las vidrieras para promocionar esta locura. A los que reenviaron correos electrónicos, a los que hicieron llamados. A los que se emocionaron, los deportistas y las deportistas del CENARD, y a toda esa gente grande, que revivió su niño interior para demostrarle eso al mundo: Que a pesar de la edad, el niño interno sigue vivo y con las mismas ganas de divertirse con esas risas que se vuelven inolvidables en la memoria de cada uno.
No por último de son menores las gracias a los muchachos de barrio, que supieron entender que esto es una fiesta de la familia y del barrio, y le pusieron el broche de oro colgando banderines con el interminable zaguero Bocha a la cabeza, dejando para otro momento sus diferencias.
Esto no se podría haber consumado sino es con la bondad del único tipo en el mundo más bueno que Cachito Vigil. Y siéntanse orgullosos porque también es de Nuñez y es Daniel El Lakkis. Como será que lo tuvimos que frenar hace un mes, porque le quería donar el corazón al gitano… Y no digan que el gitano no aguantó las nubes sin lluvia desde arriba, porque no sigo escribiendo.
Desde acá, desde el corazón del barrio, desde La Cullen, desde Defensores de Belgrano, desde cada uno de nuestros corazones y almas, les agradecemos eternamente por hacer que la alegría que ustedes contagian con sus risas, nos dan fuerza para seguir soñando y concretando estás locuras que fortalecen nuestra integración como vecinos. Tenemos que volver a ganar la calle. A conocernos. Que los chicos vuelvan a los metegoles, las vueltas en bicicleta, los potreros, y que todos los vecinos los conozcan y los cuiden. Eso es el espíritu del barrio. Menos reja y más vecino haciendo puerta. Mateadas, peñas, carnavales….
Un abrazo grande a todos y hasta la próxima.
Brian Pajolchek, Federico El Lakkis y Sebastián El Lakkis
Buenos Aires, 22 de febrero de 2010.
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